Special Issue: Intérpretes: historiografía, contextos y perspectivas de una práctica profesional

La ética profesional en la formación de intérpretes ad hoc

By inTRAlinea Webmaster

Abstract

English:

Since 2009, training courses for non-professional linguistic and cultural mediators have been conducted in various public service institutions across German cities in Lower Saxony. These training programmes are part of a comprehensive framework that includes workshops, lectures, and internships in different public administration institutions. Upon completion of the courses, participants become part of an interpreter pool accessible to specific public services. The trainees, who typically have foreign nationality, possess a strong command of German as well as other languages, and often have prior experience in translation or non-professional interpretation. A key component of these courses is a module focused on the interpreter's code of ethics, which is crucial for enhancing participants' awareness and fostering self-reflection on this important topic.

We have compiled data from surveys conducted over the past 12 years, with a particular emphasis on those completed in 2018 and 2019, along with end-of-course evaluations. Our objective is to evaluate participants' perceptions and the impact of the training on professional ethics for interpreters. By analysing and comparing survey responses, we can identify changes in participants' understanding and sensitivity over time. Additionally, we aim to determine whether attendees have gained increased awareness of professional ethics by the end of the course and if they feel they have enhanced their competence in this area. This evaluation has proven valuable in the development and refinement of training programs in public service interpretation.

Spanish:

Desde el año 2009 se vienen llevando a cabo cursos formativos para intérpretes no profesionales en distintas instituciones de servicios públicos de ciudades alemanas de Baja Sajonia. La formación está integrada en un amplio marco de talleres, conferencias y prácticas en diferentes entidades de la Administración pública. Una vez realizados los cursos los participantes pasan a formar parte de un pool de intérpretes al que a su vez tienen acceso determinados servicios públicos. Los participantes en dicha formación, en su mayoría ciudadanos extranjeros, suelen tener sólidos conocimientos de alemán y de otras lenguas, además de cierta experiencia en el campo de la traducción o interpretación no profesional. Una de las principales e indispensables dinámicas de estos cursos la constituye un módulo sobre el código deontológico del intérprete, indispensable para lograr una mayor sensibilización y autorreflexión del participante sobre este tema tan controvertido.

Partiendo de las respuestas obtenidas en los cuestionarios que se han realizado en los últimos 12 años en estos cursos formativos (y en particular las encuestas realizadas en 2018 y 2019), así como de pruebas tipo test realizadas al final del curso, queremos evaluar tanto el impacto como las expectativas de los contenidos relacionados con la ética profesional del intérprete. Tanto la interpretación de las respuestas como la comparación de las mismas nos permiten contrastar la evolución y sensibilidad de los asistentes en este campo. A su vez pretendemos analizar si los participantes han adquirido una mayor sensibilización sobre ética profesional una vez finalizado el curso y si se percibe una progresión en el desarrollo de la competencia que se quiere transmitir en este módulo. Dicha evaluación ha sido hasta el momento de gran utilidad para la elaboración y configuración de cursos formativos en interpretación para los servicios públicos.

Keywords: intérpretes no profesionales, cursos profesionalizantes, evaluación, código deontológico, interpretación en los servicios públicos, interpretación en el ámbito social, non-professional interpreters, professional training programs, assessment, ethical code, public service interpreting

©inTRAlinea & inTRAlinea Webmaster (2025).
"La ética profesional en la formación de intérpretes ad hoc"
inTRAlinea Special Issue: Intérpretes: historiografía, contextos y perspectivas de una práctica profesional
Edited by: Críspulo Travieso-Rodríguez & Elena Palacio Alonso
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1. Introducción

A excepción de los pocos países en los que la interpretación en los servicios públicos se realiza de forma profesional y se recurre con frecuencia a intérpretes profesionales como Canadá, Reino Unido, Australia o Suecia (cf. Abril 2006: 220-266), en la mayoría de los países de nuestro entorno se recurre por lo general a soluciones no profesionales para cubrir las necesidades lingüísticas de un servicio público: familiares, amigos y conocidos, incluso niños; voluntarios, incluidos los empleados de diferentes ONG, empleados de instituciones públicas que suelen proceder del mismo país de origen o pertenecen al mismo grupo lingüístico; profesionales bilingües de instituciones públicas como personal hospitalario, trabajadores sociales, pedagogos sociales, etc.

En Alemania, país en el que se centra el presente trabajo, se suele recurrir últimamente también a lo que en las instituciones públicas se viene a denominar “Lotsen” (“pilotos” voluntarios), pero la mayoría de ellos sin formación como intérprete u otra cualificación lingüística.

Los efectos del uso de intérpretes no profesionales son bien conocidos: No es raro, por ejemplo, que los intérpretes naturales se identifiquen con una de las partes (Hale 1997: 204), normalmente la parte a la que pertenecen y que consideran más débil. A menudo, el intérprete natural se siente incluso autorizado a ampliar sus competencias tendiendo a asumir el papel de mediador o incluso a influir en el resultado del diálogo. En casos extremos, el intérprete se siente casi obligado – ya sea por petición expresa de una de las partes o por la naturaleza del contexto – a prestar una ayuda concreta que va mucho más allá de sus competencias como intérprete.

Ante esta situación, y tras realizarse por diferentes vías campañas de sensibilización dirigidas a ámbitos concretos de instituciones públicas en determinadas ciudades alemanas de Baja Sajonia, todas ellas con considerable afluencia de población extranjera, se decidió en el año 2009 llevar a cabo cursos formativos para intérpretes no profesionales. La formación, que se sigue realizando en la actualidad, está integrada en un amplio marco de talleres, conferencias y prácticas en diferentes entidades de la Administración pública. Una vez realizados y superados los cursos, los participantes pasan a formar parte de un pool de intérpretes al que a su vez tienen acceso determinadas oficinas de los servicios públicos. Los participantes de dicha formación, en su mayoría ciudadanos extranjeros, suelen tener sólidos conocimientos de alemán y de otras lenguas, así como cierta experiencia en el campo de la traducción o interpretación no profesional. Una de las principales e indispensables dinámicas de estos cursos, cuya duración oscila entre los dos y tres meses más un período de prácticas, la constituye un módulo sobre el código deontológico del intérprete de cuyos resultados hablaremos a continuación y que consideramos indispensable para lograr una mayor sensibilización y autorreflexión del participante sobre este tema tan relevante y controvertido.

Con el presente trabajo, no se pretende realizar una comparación exhaustiva de estos cursos con la formación académica que se imparte en las carreras de interpretación, y que incluye obligatoria y justificadamente un análisis pormenorizado del código deontológico de la profesión. Se trata, ante todo, de analizar el alcance, tanto en posibles déficits como en su utilidad concreta, que puede tener una formación puntual concebida y dirigida exclusivamente a los intérpretes ad hoc que desempeñen su labor en los servicios públicos de las administraciones locales.  

2. Cursos formativos para intérpretes no profesionales en la ciudad de Braunschweig (Baja Sajonia)

Hasta el año 2023, más de 200 personas se habían cualificado gracias a estas medidas de formación financiadas exclusivamente por el Ayuntamiento de la ciudad de Braunschweig, en concreto la Oficina de Asuntos de Inmigración. La finalidad de estos cursos de formación es impartir conocimientos básicos en el ámbito de la interpretación para los servicios públicos a personas interesadas, por lo general inmigrantes residentes en Alemania que cumplen determinados requisitos, pasan un proceso de selección y, en algunos casos, ya trabajan como mediadores lingüísticos ad hoc. El principal objetivo es el de garantizar una mediación lingüística satisfactoria, pero también reflexiva, en las intervenciones como mediadores lingüísticos para usuarios inmigrantes en los diferentes ámbitos de la Administración. La creación de estos cursos suponía en el año 2009 un paso cualitativo en comparación con la situación anterior, cuando los servicios públicos solían recurrir a voluntarios sin un mínimo de formación o a los familiares o amigos más cercanos de los usuarios.

Una de las reflexiones subyacentes al proyecto fue el considerable número de ciudadanos extranjeros altamente cualificados y con excelentes conocimientos de idiomas, pero sin perspectivas reales en el mercado laboral del país de acogida. Si bien mediante la realización de los cursos no se les podía prometer a los participantes un puesto de trabajo estable, su incorporación a la base de datos, creada precisamente para gestionar las intervenciones de interpretación, les ofrecía la posibilidad de integrarse paulatinamente al mercado laboral alemán, establecer contactos o redes e ir conociendo los entresijos de diferentes ámbitos laborales. Este pool de intérpretes se fue alimentando desde el año 2009 y hasta hoy con las coordenadas (combinación lingüística, formación académica, disponibilidad, sexo, edad, etc.) de los participantes y ha ido variando en función de las necesidades lingüísticas del momento, así como de la cambiante situación geopolítica. La idea de este pool, y en definitiva también uno de los alicientes para los participantes, es la de pagar a estos intérpretes no profesionales unos honorarios por sus servicios, que corren a cargo de las organizaciones solicitantes (normalmente organismos de la administración local). En casos concretos y previa solicitud de los usuarios, también es posible que los honorarios se sufraguen con cargo a un presupuesto especial de la Oficina de Asuntos de Inmigración.

El pool de intérpretes creado a lo largo de los últimos años está disponible actualmente para 56 lenguas diferentes. Según la información ofrecida por el Ayuntamiento de la ciudad de Braunschweig (cf. Handlungskonzept der Stadt Braunschweig[1]), la demanda de servicios de traducción en general ha aumentado considerablemente en los últimos 15 años. En 2016 aumentó perceptiblemente la demanda de intervenciones en árabe, mientras que en 2022 se produjo un importante incremento de intervenciones con la lengua ucraniana.

Es importante destacar que esta formación es sobre todo de índole orientadora y lo que principalmente persigue es asentar las bases de un ejercicio orientado a una creciente y necesaria profesionalización, partiendo del hecho de que los participantes ya son de facto intérpretes ad hoc y tienen experiencia en este campo.

Los cursos incluyen cuatro módulos de diez horas cada uno y suelen realizarse durante cuatro fines de semana consecutivos. En un primer módulo se abarcan cuestiones lingüísticas (comunicación intercultural, modalidades y situaciones en interpretación, etc.), en un segundo módulo se exponen diferentes características de interpretación en contextos especializados (por ejemplo en el ámbito sanitario); el tercer módulo amplía los contextos de interpretación (servicios sociales, centros educativos, oficina de trabajo, entre otros) centrándose en ejemplos concretos simulados o grabados en vídeo que se analizan y discuten con los participantes. Finalmente, el cuarto y último módulo de este curso se centra en cuestiones relacionadas con el grado de exposición personal del intérprete en situaciones de ISP, el código de conducta del intérprete y la importancia del manejo de estrés en situaciones de alta carga emocional (cf. Otero Moreno 2023).

Una vez finalizados los cuatro módulos del curso formativo los responsables de la Oficina de Asuntos de Inmigración piden que se realice una especie de prueba o test para verificar que los contenidos impartidos han sido asimilados. Para este fin, y durante un período de más de diez años, se les pidió a los alumnos que respondieran a unos cuestionarios elaborados para este fin (antes y después de los cursos formativos). También se realizaron diferentes pruebas tipo test en alemán al final de cada curso. El objetivo era evaluar tanto el impacto como las expectativas de los contenidos relacionados con los ámbitos impartidos (estrategias de interpretación, características de los diferentes contextos, requisitos imprescindibles para la interpretación, manejo de estrés, coordinación de turnos de interpretación, lenguajes específicos, retórica, código deontológico, etc.)[2]. Los participantes que realizaron y «aprobaron» esta prueba, fueron posteriormente invitados a un acto oficial de entrega del certificado acreditativo del curso impartido.

 Tanto el análisis de las respuestas como la comparación de las mismas nos permitieron a los docentes e investigadores contrastar la evolución y sensibilidad de los asistentes en diferentes campos. Dado que en el presente trabajo nos interesan en particular los aspectos relacionados con la ética profesional, nos centraremos exclusivamente en los aspectos de la evaluación relacionados con esta cuestión, si bien los participantes no siempre se ciñen en sus respuestas exclusivamente a los aspectos éticos. Podemos adelantar que las evaluaciones llevadas a cabo nos permitieron analizar si una vez finalizado el curso los participantes habían conseguido adquirir una mayor sensibilización sobre ética profesional y si se percibía una progresión en el desarrollo de la competencia que se pretendía transmitir en este módulo en concreto. Las distintas evaluaciones realizadas a lo largo de doce años han sido hasta el momento de gran utilidad para la elaboración y configuración de futuros cursos formativos en para los servicios públicos (ISP).

3. Evaluación en ética profesional

Como se ha indicado, a petición de la Oficina de Asuntos de Inmigración, después de cada programa de formación se realizaron distintas formas de evaluación a los participantes. En una forma ligeramente modificada, pasamos a analizar las utilizadas en diferentes ocasiones y que se basan en el modelo de evaluación desarrollado por Kirkpatrick (1994) para los programas de formación lingüística, que distingue entre los cuatro niveles siguientes:

  • Satisfacción de los participantes: ¿Cuál fue el grado de satisfacción de los participantes con el programa en su conjunto?
  • Éxito del aprendizaje: ¿Qué pudieron aprender los participantes?
  • Eacute;xito de la transferencia: ¿Qué pudieron -y podrán en el futuro- poner en práctica los participantes?
  • Éxito empresarial: ¿Qué ha aportado la formación a la organización (ya que no es una empresa en el sentido estricto de la palabra)? ¿Merece la pena el esfuerzo?

Dado que el método de evaluación depende en gran medida del contenido didáctico, en algunos de los cursos de formación de los últimos doce años también se ha utilizado otro tipo de instrumentos: por ejemplo, un cuestionario en forma de examen, la respuesta a preguntas específicas sobre estudios de casos, la redacción de resúmenes individuales del contenido didáctico y análisis en vídeo de escenas interpretadas previamente grabadas.

Es importante adelantar que realizar una evaluación de los cursos de formación llevados a cabo para no profesionales es especialmente difícil, ya que tanto la calidad como la satisfacción con el servicio de interpretación no son variables objetivamente mensurables o incluso evaluables y a menudo no existe una relación directa de causa-efecto entre el contenido transmitido y los servicios prestados en posteriores asignaciones. Aunque pueden utilizarse preguntas o pruebas específicas para determinar si los participantes han alcanzado los objetivos de aprendizaje del curso, para poder medir y evaluar la transferencia de lo aprendido en la práctica profesional real sería necesario realizar otras pruebas de evaluación in situ. Las pruebas realizadas tras la finalización de los cursos sólo pueden proporcionar una evaluación subjetiva sobre los cambios concretos que los intérpretes participantes llevarían a cabo en futuras e hipotéticas tareas de interpretación.

En cuanto al tercer aspecto señalado por Kirkpatrick (1994), el de la transferencia, este reviste una importancia fundamental, ya que puede proporcionarnos información sobre si las competencias adquiridas (por ejemplo, determinadas técnicas de interpretación) pueden transferirse a la práctica y de qué manera. En este curso de formación es de gran interés y especialmente pensando en un código deontológico concreto -que de hecho muchos participantes ya conocen por su trabajo en otras profesiones- comprobar si, por ejemplo, se produce un cambio en la perspectiva de los participantes de cara a un hipotético comportamiento en las tareas de interpretación y si los participantes se toman a pecho los principios deontológicos impartidos. En última instancia, esto solo puede lograrse en cierta medida en un curso de estas características mediante la representación de roles y el debate en profundidad de estudios de casos ejemplares. En la práctica, esto sólo podría evaluarse y verificarse mediante la observación de los participantes en situaciones reales, algo que no es factible debido a numerosos factores: la protección de datos personales en todas las organizaciones es solo uno de muchos. Otra forma de verificar la transferencia es mediante tareas escritas en las que se pide a los participantes que registren los conocimientos recién adquiridos y expliquen y justifiquen la puesta en práctica de su nuevo comportamiento. Evidentemente tenemos que admitir que como docentes nunca podremos saber con antelación cómo van a reaccionar o actuar los participantes en el futuro.

Para la transferencia de lo aprendido a la práctica profesional real, habría que tomar otras medidas de evaluación que no siempre son aplicables. Por lo tanto, tanto la eficacia de los cursos impartidos como el correspondiente cambio de perspectiva en el comportamiento del participante solo pueden describirse de forma aproximada mediante los métodos de evaluación que exponemos a continuación. Otra dificultad inherente a la evaluación reside en la falta de una definición generalmente válida de la calidad[3], tal y como la entiende la Oficina de Asuntos de Inmigración, lo que significa que la eficacia del programa formativo aquí propuesto tiene ciertas limitaciones. A ello se añade la subjetividad de la autoevaluación de los participantes y la dificultad de poder determinar mejoras en sus competencias reales sobre una base de criterios objetivos. En cuanto al éxito de la transferencia y como hemos indicado anteriormente, habría que analizar el comportamiento de los participantes tras la formación en intervenciones concretas, pero para ello se necesitarían métodos de investigación complejos (por ejemplo, observación in situ de los participantes, grabaciones de vídeo, transcripción de las tareas, etc.). Como veremos a continuación, las encuestas realizadas sobre el éxito de la transferencia solo sirven para determinar la percepción (subjetiva) del propio comportamiento.

4. Evaluación mediante preguntas concretas sobre cambios en el comportamiento

Basándonos en el tercer aspecto del método propuesto por Kirkpatrick, (éxito de la transferencia: ¿Qué pudieron -y podrán en el futuro- poner en práctica los participantes?), y centrándonos en los principios de ética profesional, exponemos a continuación, a modo de ejemplo, las respuestas obtenidas tras finalizar el curso llevado a cabo en 2018. La pregunta fue la siguiente:

Teniendo en cuenta los principios éticos de la interpretación, ¿qué haría de forma diferente en su próximo encargo?

Podemos agrupar las respuestas recibidas en distintas categorías y resumirlas temáticamente.

Traducción palabra por palabra

Once personas indican que traducirían palabra por palabra, de modo que esta es la respuesta más frecuente. Esto significa que más de la mitad de los participantes considera sumamente importante interpretar literalmente o palabra por palabra. Algunos participantes lo expresan de forma diferente, pero en el fondo quieren decir lo mismo: «Yo traduciría el 100% de todo para estar seguro»; «1 a 1», dice otro; algunos lo expresan en el sentido de una interpretación «profesional» y una interacción «objetiva» con sus interlocutores. Un participante subraya su respuesta con las palabras: «básicamente palabra por palabra» y con la observación de que a los interlocutores se les dice antes de empezar el encargo que van a «traducir literalmente». Otro participante también hace un comentario similar: «Yo le dejaría claro al cliente desde el principio que lo traduciré todo». «Reproducir con precisión lo que se dice», dice otra persona; «traducir todo tal cual», otra. El adjetivo «correcto» (traducir) también se utiliza en este contexto.

Neutralidad

La neutralidad también se menciona con relativa frecuencia y ocupa el segundo lugar en esta encuesta después de la traducción literal. Ocho personas mencionan explícitamente que se «comportarán» de forma neutral. Algunos también lo amplían. Por ejemplo, una persona quiere «ser fiable»; otras cuatro quieren «permanecer neutrales». Una persona incluso quiere «no involucrarse» y, por tanto, «no hacer declaraciones».

No mostrar emociones

Cinco personas consideran importante no mostrar ningún sentimiento o emoción en sus futuros encargos de interpretación, es decir, no quieren dejarse influir por los problemas de sus clientes. Una persona afirma «reprimir sus propios sentimientos»; otra tiene la firme intención de «no dejar que sus propias emociones les controlen». Un participante es algo confuso y afirma que no quiere «negociar con las emociones». Una persona incluso quiere «ser menos emocional».

Respeto

El respeto también se menciona cinco veces. «Trataría y respetaría a todos por igual», dice una persona; «lleno de respeto», dice otra; también se mencionan expresiones como: «más respeto», «respetuoso» y «trato respetuoso». Otro participante afirma: «Trataría a todos por igual y los respetaría», es decir, no haría distinciones entre las partes implicadas en el diálogo. Esto se debatió varias veces en la formación, especialmente a la luz de la importancia de la empatía, que no debe confundirse con la simpatía.

Confidencialidad

Solo una persona menciona la confidencialidad del contenido interpretado como el cambio de comportamiento más importante que se produciría en su próxima intervención como intérprete («el secreto profesional es lo más importante»). Otra persona también afirma que quiere seguir «los principios de la ética profesional», pero no aporta ningún ejemplo y, por tanto, se limita a repetir el enunciado del encargo.

Información adicional

Algunos participantes también dan información sobre aspectos que no están necesariamente relacionados con los principios generales de ética profesional tratados en el curso.

Un buen ejemplo es el tema relacionado con el hecho de querer ayudar por parte de los intérpretes. Este fue un tema que se trató repetida e intensamente durante la realización de todos los cursos, señalándose los efectos que puede tener una ayuda bienintencionada. A pesar de ello, algunos participantes expresaron su intención de querer seguir ayudando. Es interesante destacar la siguiente afirmación, que expresa de forma inequívoca que, a pesar de los diferentes papeles que deben asumir los intérpretes, la función de defensor o advocate (Abril 2006) ocupa una posición central: «Ayudaría a ambas partes y prestaría atención a la función de defensor, eso es lo que me dice mi experiencia cultural.» Otro participante, en cambio, afirma que sólo quiere desempeñar la función de defensor en casos extremos: «Sólo utilizaría la función de defensor en casos excepcionales.»

Dos encuestados se refieren a la empatía. No está del todo claro si el término se entendió correctamente en el contexto del contenido de la formación o si puede confundirse con simpatía. Una persona quiere «seguir siendo profesional y empático», mientras que otra afirma: «Sin empatía, profesional».

Por último, dos participantes hacen hincapié en la necesidad de prepararse mejor para futuros encargos: «preparar mejor las expresiones» y «buena preparación», según dos participantes. Otros dos participantes resuelven firmemente «no intercambiar números de teléfono con [sus] clientes» durante sus próximos encargos de interpretación o, como escribe categóricamente otro: «No estableceré ningún contacto privado con los clientes».

Basándonos en las respuestas recibidas, podemos concluir que, en general, los principios de ética profesional han sido asimilados, o más bien aceptados, por la mayoría de los participantes. De las respuestas más frecuentes se desprende que los participantes encuestados desean interpretar en el futuro de forma neutral, profesional, objetiva y libre de emociones. También cabe destacar en este contexto la mención al respeto, que desempeña un papel especialmente importante en las tareas de interpretación en los servicios públicos. Lo único que se echa en falta es una mención más frecuente a la discreción o confidencialidad en el tratamiento de los contenidos a transmitir, uno de los principios más importantes de la ética profesional. También consideramos cuestionable en las respuestas aquí recibidas la mención de aspectos no necesariamente relacionados con la ética profesional.

En resumen, podemos constatar en base a la pregunta de evaluación aquí analizada que esta nos permite acercarnos a una evaluación del efecto esperado del curso formativo. Habría que investigar más a fondo la aplicación real (la llamada transferencia) de lo aprendido -y las intenciones y cambios de comportamiento expresados aquí por los entrevistados- en los encargos reales de interpretación. Por ejemplo, los formularios de satisfacción dirigidos a los usuarios podrían proporcionar resultados más fiables. En su forma actual, estos formularios son bastante breves y como hemos indicado solo se centran en dos preguntas sobre satisfacción o no satisfacción con la intervención realizada. Sin embargo, para obtener respuestas más informativas por parte de los usuarios, habría que complementar estos cuestionarios con otras preguntas adecuadas y pertinentes relacionadas con el comportamiento ético profesional de los intérpretes.

5. Evaluación de casos concretos

Para ilustrar otro de los métodos utilizados en un curso formativo posterior, presentamos a continuación otro tipo de evaluación (cf. Otero 2023:325-348). Es este caso se trata de la evaluación realizada en otoño de 2019, en la que se presentaron a los participantes cinco casos concretos prácticos basados en experiencias reales para los que debían sugerir posibles soluciones.

De una totalidad de cinco casos propuestos de los que los participantes debían elegir dos, nos centramos a continuación en el segundo estudio de caso que se propuso y que fue seleccionado por un total de 14 de los 18 participantes. En el contenido del curso ya se habían tratado temas y problemas similares al ejemplo presentado y habían sido discutidos en detalle y debatido animadamente con todos los participantes. Por lo tanto, algunas de las respuestas dadas son muy similares a los contenidos y soluciones debatidos en el curso.

Caso concreto:

En medio de una conversación en un consultorio médico para la que se le ha pedido a Ud. que interprete, uno de los interlocutores (al que no conoce de antemano) le pide que no interprete algo. ¿Qué hace Ud.? ¿Cómo resuelve esta desagradable situación? Si lo desea puede explicar cómo procedería con un ejemplo concreto.

En cuanto a la relevancia relacionada con el código deontológico del intérprete estamos ante los principios de fidelidad y de respeto hacia los interlocutores, ya que se espera máxima exactitud y fidelidad de los contenidos de la intervención como base de una interpretación profesional.

Las respuestas obtenidas pueden clasificarse según las sugerencias manifestadas por la mayoría de los participantes y serían las siguientes: recordatorio del papel como intérprete al interlocutor, interpretación completa sin omisiones, diferenciación entre lo verdaderamente importante y lo de menor relevancia, respeto de los deseos del interlocutor y toma de decisiones independiente según la situación.

Recordatorio del papel del intérprete: Varios participantes señalan que el problema puede abordarse comenzando la interpretación con una frase como por ejemplo: «todo [lo que se dice] se interpreta palabra por palabra.» (P 8)[4]. Un participante también hace hincapié en la importancia que tiene para él este enfoque profesional: «Como intérprete profesional, señalé antes de empezar la conversación que interpretaré todo lo que se diga 1:1 y que no añadiré ni omitiré nada. Si no añaden ni omiten nada, les recuerdo mi declaración inicial y continúo como de costumbre. También se lo explico a la 'otra parte'» (P 9).

Otro participante también se expresa así y recuerda el deber de confidencialidad del intérprete: «Yo diría en la introducción antes de empezar que traduciría todo sin omitir ni añadir nada y que respetaré la confidencialidad. En otras palabras, explicaré mi tarea y lo interpretaré todo en su totalidad».

Interpretación completa: A pesar de la petición explícita de un interlocutor de no transmitir ciertos contenidos al médico, algunos participantes opinan que el médico tiene derecho a saberlo absolutamente todo. Así, un participante señala que la información retenida o no interpretada por voluntad expresa del paciente podría repercutir en el diagnóstico y que por esta razón actuaría en interés (es decir, por el «bien») del paciente: «Para poder ayudar y hacer el diagnóstico correcto, el médico necesita una historia clínica precisa. Al hacerlo, mentir u ocultar información puede tener graves consecuencias. El intérprete debe, por lo tanto, contarlo todo para poder realizar su tarea correctamente» (P 11).

Diferenciar entre importante y menos importante: «Si es algo sin importancia, no lo interpretaré. Por ejemplo, una palabrota. Pero si tiene que ver con la salud lo interpretaré». Este participante parece no darse cuenta de que podría estar sobrepasando los límites de la mediación lingüística al tomar decisiones propias. El peligro de favorecer a los interlocutores más débiles queriendo prestar ayuda también es evidente y puede que no siempre sea deseado por uno u otro de los interlocutores.

Respetar los deseos del interlocutor: Esto significaría que el intérprete no interpreta determinadas afirmaciones. Un total de cuatro participantes se comportarían así y accederían a la petición de no interpretar. No obstante, un participante interpretaría «si el otro interlocutor [...] insiste en ello porque se ha dado cuenta de algo o si puede entender un poco la lengua interpretada» (P 12). Otro participante (P 14) respetaría esta petición y dice: «Es desagradable y retrasa la conversación, pero es su voluntad y hay que hacerlo así». Una opinión similar expresa el P 2, que quiere respetar el derecho del interlocutor a opinar: «Yo le diría al interlocutor que tengo que seguir interpretando. El interlocutor tiene derecho a pedirme algo en esta conversación». Un participante (P 15) sale del paso «diplomáticamente», por así decirlo, y le pediría comprensión por la posible interrupción de la conversación: «Yo le indicaría al médico que se trata de una conversación privada y le pediría que lo entienda».

Tomar ellos mismos la decisión: Basándonos en el papel de defensor según los diferentes papeles del intérprete descritos por Abril Martí (2006: 77-81), algunos de los participantes también adoptarían el papel de defensor al responder a esta pregunta. Así, por ejemplo, el P 16 «intenta explicar al médico que el cliente no corre peligro». Otro participante (P 1) se reserva el derecho a decidir si responde o no a la pregunta y quiere reaccionar en función de la situación: «Si uno de los interlocutores me pide que no interprete algo, entonces me hago la pregunta: ¿Por qué decir algo? ¿Por qué decir algo que es irrelevante para el otro participante de la conversación? Por eso primero preguntaré la razón y luego decidiré si es necesario no interpretar. Pero para la otra parte de la conversación daría explicaciones».

Al responder a esta pregunta, por tanto, no se detecta ninguna tendencia clara con respecto al comportamiento ético profesional «correcto» de los intérpretes no profesionales. Es cierto que algunos participantes se «curan en salud» con una hipotética sensación de seguridad señalando al principio del encargo que interpretarán sin omisiones ni añadidos. Sin embargo, algunos siguen pensando, tras completar los cursos formativos, que deben llevar a sus clientes de la mano. En muchas ocasiones se sienten defensores de la parte más débil -normalmente los migrantes- y, por tanto, toman decisiones propias, algunas incluso sin consultar previamente a sus interlocutores.

6. Cuestionario sobre prioridades

Otra de las formas de evaluación implementadas en los cursos (Otero 2023: 349-367) consistió en pedir a los participantes que tradujeran los conocimientos más importantes del curso impartido en directrices prácticas y sencillas, pero estructuradas y comprensibles. En este caso, la respuesta -y aquí es donde la tarea difiere de otras formas de evaluación, como el tratamiento de casos prácticos concretos que hemos visto anteriormente- exige que estos conocimientos se resuman y se presenten de forma generalizada. 

Se hizo especial hincapié en la importancia del orden de las respuestas que podían dar los participantes. Como resultado, la recopilación en este test de las normas enunciadas, que debían clasificar según la relevancia que tuvieran para ellos en un orden del 1 al 10, refleja la clasificación priorizada por los participantes.

A pesar de las informaciones proporcionadas antes de la entrega del cuestionario, no todos los encuestados siguieron estas instrucciones: Dos participantes no facilitan una lista estructurada, sino que explican de forma narrativa a qué darían prioridad en sus tareas y, en su lugar, hacen hincapié en lo que significó el curso formativo para ellos.

Un total de 20 participantes participaron en el curso de formación aquí analizado en marzo de 2018. La encuesta se realizó de forma anónima y fue consensuada con la Oficina de Inmigración de Braunschweig. Al mismo tiempo fue la condición establecida para obtener el certificado de asistencia al curso. De esta manera se garantizaba también la entrega de los cuestionarios.

En el siguiente gráfico vemos lo que los participantes ven como aspectos prioritarios para conseguir una buena intervención en los diferentes contextos de la interpretación.

Gráfico 1: Principios para conseguir una intervención óptima según los participantes en 2018 – primer rango

Información y preparación

Esta categoría ocupa el primer lugar en la clasificación de un total de seis (6) participantes y es también la categoría mencionada con más frecuencia en este cuestionario. Una buena preparación antes de cada intervención es fundamental para muchos participantes. Un participante (C)[5] quiere evitar «sorpresas», otro (E) quiere reunir toda la información posible y obtener información por adelantado «de las autoridades, de la Oficina de Inmigración y también por iniciativa propia». El participante M es un poco más específico: «Si tienes una cita con la oficina de Protección del Menor para interpretar allí, tienes que informarte sobre todo lo relacionado con esta oficina antes de acudir a la cita y quizás crear un glosario si es necesario».

Neutralidad

La neutralidad es el aspecto prioritario para cinco de los veinte participantes. «Permanecer neutral» o «ser neutral» es muy importante para ellos. Un participante refuerza su afirmación con el adverbio «siempre», subrayando la especial importancia de este aspecto. Otra persona (K) lo amplía un poco más y explica: «El intérprete debe permanecer neutral en la conversación y no tomar nunca partido».

Profesionalidad

Cinco participantes también citan la profesionalidad como el principio más importante. Sin embargo, a algunos parece no quedarles muy claro qué implica exactamente este aspecto. Tres participantes lo amplían ligeramente. Para el participante D, por ejemplo, la profesionalidad es la capacidad de «hablar muy bien las dos lenguas, la materna y la extranjera, para poder transmitir después el contenido de la conversación de forma objetiva y profesional». En este caso, profesional es sinónimo de buenos conocimientos lingüísticos, pero también es la capacidad de mantener la objetividad. Para el participante J, la profesionalidad se asocia a un determinado comportamiento e incluye otros factores: «Puntualidad, ropa adecuada [...], mantener una conversación previa con la persona responsable, programar una reunión de seguimiento». El participante O, por su parte, asocia el trabajo profesional a una buena preparación «antes del encargo», que también incluye la correspondiente «documentación» para la intervención.

Competencia cultural

Un participante (I) menciona el conocimiento de la competencia cultural como la regla más importante para interpretar con éxito. No da más explicaciones.

Interpretación palabra por palabra

Una participante (T), que se refiere a sí misma como intérprete, considera que la «interpretación palabra por palabra» es lo más importante. Su razonamiento: «Si no lo hacemos, puede faltar algo en toda la historia». La respuesta de esta participante es interesante porque no ofrece una lista estructurada de sus reglas de oro. En su lugar, explica por qué es tan importante la interpretación palabra por palabra: aparentemente, para ella, esta es la esencia de la verdadera profesionalidad, «de lo contrario», continúa, «los clientes tienen la sensación de que no nos tomamos en serio nuestro trabajo».

Otras menciones

Uno de los participantes (P) no responde a la pregunta y afirma que aprendió mucho gracias al curso impartido. En su escala de prioridades aparece un comentario sobre la confidencialidad del intérprete. Otra persona (R) sitúa la puntualidad a la cabeza de su lista de prioridades («llegar una media hora antes») y menciona otros factores que resume con estas palabras: «Contacto visual, ser natural, hablar con amabilidad y claridad, tener respeto, traducción palabra por palabra».

7. Conclusión

Con las distintas formas de evaluación que hemos expuesto, no sólo queríamos constatar hasta qué punto se había podido fomentar un procesamiento racional y reflexivo de los conocimientos sobre ética profesional transmitidos en estos cursos profesionalizantes, sino también ver si los participantes se sentían capaces de transferir estos conocimientos a situaciones concretas, evidentemente hipotéticas. Las actitudes manifestadas, en particular en los estudios de casos concretos, demuestran que, en teoría, actuarían con prudencia, pero también con aplomo y sensatez. El tratamiento de los ejemplos concretos muestra claramente que los entrevistados seguirían, al menos en teoría, los principios del código deontológico impartido en los cursos. Dado que no existe ningún código de conducta o código deontológico que pueda tener en cuenta todos los requisitos necesarios para la interpretación en los servicios públicos, hacer una evaluación clara de los resultados obtenidos en estudios de caso, en términos de correcto o incorrecto, es algo sumamente complejo. Sin embargo, las reflexiones manifestadas por los participantes en este punto muestran sin duda el desarrollo de la toma de conciencia que requiere esta actividad ante determinadas situaciones, por lo que podemos recomendar encarecidamente que se siga aplicando esta forma de evaluación.

Sin duda, una de las formas más fiables de evaluación de la información sobre las competencias adquiridas, no solo todo lo relacionado con un comportamiento ético, sino incluso el uso de determinadas técnicas de interpretación y su transferencia a la práctica, sería la de comprobar cómo se realiza la transferencia in situ, es decir, en una intervención real. Esta cuestión no ha podido investigarse hasta ahora: como ya hemos señalado anteriormente, el formulario utilizado por la Oficina de Asuntos de Inmigración consta de preguntas específicas y muy breves para intentar determinar la satisfacción con la respectiva intervención de los intérpretes. Según la Oficina de Inmigración, el nivel general de satisfacción entre los usuarios es unánime: el 98 % de los servicios manifiestan su satisfacción con la intervención de los intérpretes del pool.

Por otro lado, las pruebas tipo cuestionario realizadas una vez finalizado el programa de formación -como hemos visto en el capítulo 6 de este trabajo – solo presentan una evaluación muy puntual del impacto que pueden tener los cursos formativos, ya que nos permite solo y exclusivamente especular sobre los principios deontológicos que acatarían los participantes y que podrían dar lugar a cambios concretos en las tareas reales de interpretación. Los resultados del presente trabajo, referidos por motivos de extensión exclusivamente a dos de los cursos llevados a cabo, en 2018 y 2019, solo pueden ser indicativos, si bien las diferentes encuestas y evaluaciones realizadas entre 2009 y 2019 arrojan resultados muy similares (Otero 2023:218-246).

En conjunto, los valores empíricos aquí expuestos y los resultados de las distintas encuestas sobre formación de los últimos doce años muestran una tendencia relativamente positiva, sobre todo teniendo en cuenta que en el pasado eran sobre todo los familiares y amigos sin ningún tipo de formación los que se hacían cargo de interpretar en los servicios públicos. Por tanto, consideramos que la organización de cursos de cualificación para intérpretes no profesionales como los que aquí se describen es, en principio, realista y desde un punto de vista sociopolítico, beneficioso y sostenible. Siempre que se cumplan los requisitos previos mencionados en este documento así como en trabajos anteriores (Baigorri Jalón et al. 2008, Otero 2023), partiendo de un concepto de formación como el que se presenta como ejemplo en este estudio -con el material didáctico preparado para el respectivo grupo destinatario (Otero 2023) y haciendo especial hincapié en la importancia de los contenidos relacionados con los principios de ética profesional-, podemos corroborar y apoyar la relevancia social de la realización de estos cursos de formación para y con intérpretes no profesionales.

Referencias

Abril Martí, María Isabel (2006) La interpretación en los servicios públicos. Granada: Edi­torial de Universidad de Granada.

Baigorri Jalón, Jesús / Alonso Araguás, Icíar / Otero Moreno, Concepción / Pa­yàs, Gertrudis / Russo, Mariachiara / Travieso Rodríguez, Críspulo (2008) „Es­tudio contrastivo de las dificultades de mediación lingüística y cultural: ex­pe­rien­cia histórica y nuevos retos en la Europa contemporánea (España, Alemania, Ita­lia)“. En: Valero Garcés, Carmen [Hrsg.] Investigación y práctica en tra­duc­ción e interpretación en los servicios públicos. Desafíos y alianzas. Alcalá de He­nares: Universidad de Alcalá.

Büro für Migrationsfragen, Stadt Braunschweig. URL: https://www.braunschw eig.de/politik_verwaltung/fb_institutionen/fachbereiche_referate/fb50/fb50_2/migrationsfragen.php (consulta: 20 de marzo 2023).

Grupo Alfaqueque (2018) Intérpretes y mediadores en la comunicación intercultural. Iti­nerarios en el   espacio y en el tiempo. Granada: Comares.

Hale, Sandra (2007) Community Interpreting. Research and practices in applied linguistics. Basingstoke: Palgrave Macmillan.

Handlungskonzept Stadt Brauschweig (sin fecha) URL: https://www.braunschweig.de /leben/soziales/migration/zum_handlungskonzept.php  (consulta: 20 de marzo 2023).

Kirkpatrick, Donald L. / Kirkpatrick, James D. (2006) Evaluating Training Pro­grams: the Four Levels. San Francisco: Berrett-Koehler.

Otero Moreno, Conchita (2023) Qualifizierung nicht professioneller Sprachmittler. Eine Didaktisierung für das Community Interpreting. Berlín: Frank & Timme.

Notas

[2] Cf. la propuesta didáctica completa para el curso formativo en Otero Moreno (2023: 148-216)

[3] La Oficina encargada mide exclusivamente la satisfacción de los usuarios mediante un formulario que se les entrega a las partes involucradas y que consta solo de dos preguntas: 1. ¿Está satisfecho con la intervención del intérprete? y 2. En caso contrario, ¿con qué aspectos no ha estado satisfecho?

[4] P = Participante. Enumerados de forma anónima del 1 al 18 (cf. Otero 2023)

[5] Se anonimizaron los nombres de los participantes con letras mayúsculas del abecedario. Cf. la totalidad de las encuestas realizadas desde el comienzo de los cursos en Otero 2023. Se han mantenido los mismos criterios de identificación que en la publicación mencionada.

©inTRAlinea & inTRAlinea Webmaster (2025).
"La ética profesional en la formación de intérpretes ad hoc"
inTRAlinea Special Issue: Intérpretes: historiografía, contextos y perspectivas de una práctica profesional
Edited by: Críspulo Travieso-Rodríguez & Elena Palacio Alonso
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Stable URL: https://www.intralinea.org/specials/article/2694

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